Era una fría noche de invierno, la medianoche ya había caído sobre la ciudad y la mayor parte de sus habitantes se encontraban dentro de sus viviendas.
No era el caso de Marcos, un joven de unos 20 años que tras salir de su trabajo iba rumbo a su casa.
Cómo todas las noches un autobús lo dejaba a unas largas cuadras de su destino, un auto, dos autos y quizás tres autos veía pasar, pero ahí caminando se encontraba el solo. Cómo era un recorrido habitual que hacía todas las noches poca era su preocupación por lo desolada que se encontraban las calles en ese momento, calentando sus manos con su propio aliento comenzó a sentir unos pasos de tras suyo, no era de esperarse ya que era el único que entraba a esas altas horas de la noche al barrio. ¿Algún nuevo vecino qué tiene la misma suerte qué el al salir tan tarde del trabajo? ¿Un rebelde con insomnio? No se quedo a averiguarlo, se subió a la vereda para despistar a “su” seguidor, tratando de acelerar su paso ya que la nieve que había caído en el día no lo dejaba caminar bien, logro acercarse cada vez más a su casa. Curioso por ver si quien escucho seguía tras él, dio vuelta su cabeza, viendo a un sujeto alto con un tapado que cubría hasta sus rodillas, con un gran sombrero y cabeza gacha. Su corazón se aceleraba ya que el no era un hombre tan valiente que digamos, cada vez que apuraba su paso, más fuerte y rápido también se escuchaban los del sujeto a detrás de el. Marcos, que en ocasiones cuando veía a alguien raro metía una de sus manos dentro de su abrigo, así tratando de demostrar que llevaba algo que nunca le ayudaría si alguien tratase de averiguarlo, al llegar al lote de pisos donde vivía entro lo más rápido que pudo ya que la puerta siempre se encontraba abierta, subió las escaleras y entro a su departamento.
Ya con una tranquilidad que inundaba todo su cuerpo, se dispuso a sacarse toda la ropa de calle y recostarse en su sillón. No obstante tras pasar unos segundos y un largo suspiro de alivio tres golpes secos en su puerta retumbaron por toda la habitación, sobresaltado tomo un removedor de brazas que tenía a su lado, se acerco a la puerta a pasos lentos y exclamo.
- ¡¿Quién es?!
Dijo tras no recibir respuesta alguna, miro por la mirilla de la puerta y nadie se encontraba allí. Pego media vuelta pero otros tres golpes lo hicieron poner de nuevo en su posición. Asustado y con el removedor en su diestra, no dudo dos veces en abrir lentamente la puerta mientras apuntaba con ese objeto punzante en modo de lanza.
No encontró a nadie, pero ya con medio cuerpo fuera de la habitación decidió salir a inspeccionar, miro a ambos lados mientras relajaba su mano convirtiendo el objeto en algo insignificante.
- Bah, seguro es producto del cansancio. –Mientras se decidía a entrar a su habitación nuevamente-
Una vez dentro se recostó sobre su cómodo sillón sin más preocupación y decidido que todo lo que estaba pasando era producto de su imaginación, tras hacer su cabeza hacia atrás no podía creer lo que estaban viendo sus ojos, una especie de ser, hombre, no sé sabe con exactitud que es lo que era, pero estaba allí mirándolo, sin más preámbulos dio fin a su vida.
Semanas después el portero decide llamar a las autoridades ya que no había recibido la renta correspondiente de este, con la autorización del mismo entraron en la habitación y no podían creer lo que tenían delante de ellos. Un hombre, recostado en su sillón, con un corte de lado a lado en su rostro.
Rápidamente se desplegó un control policial por todo el piso donde se encontraba la habitación, al ver el vídeo de seguridad de aquella vieja cámara que tenían instalada y sin esperanzas de que aun grabara, vieron a Marcos, entrar solo al edificio tal y como se narra, asustado y a pasos agigantados subiendo las escaleras. Poco después fue lo que más les llamo la atención, en una de las paredes un curioso mensaje se veía escrito.
-No te fíes ni de tú propia sombra-
Poco se sabe de lo que paso después, miles de historias se han creado con lo sucedido. Pero si algo se sabe con exactitud es que esa habitación se ha cerrado y nadie más quiso habitarla, ese hombre de largo saco y sombrero nunca fue encontrado ya que Marcos era el único que lo había visto.